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Sección Pacientes

Barefoot, una tendencia que pisa fuerte

Publicado el: 20 de Mayo de 2016

 

Es la tendencia por la que cada vez más personas en todo el mundo llevan adelante sus actividades cotidianas en ausencia absoluta de calzado.

 

Se trata de una práctica muy común en puntos del planeta como Australia o Nueva Zelanda, desde donde se ha expandido al resto del planeta. Si bien en muchos países del mundo caminar descalzo representa un estigma social asociado a la pobreza y la falta de higiene, los defensores de los pies libres aseguran haber descubierto una práctica que mejoró notablemente su vida física y emocional.


Los beneficios de caminar descalzos por las calles fueron descriptos en el libro Barefoot Walking, de Michael Sandler y Jessica Lee, de Estados Unidos, que desarrolla la consigna free your feet, es decir, “libera tus pies”, y que tuvo inmediata puesta en práctica por gran cantidad de artistas locales.


Terapias como la reflexología o la acupuntura sostienen que las terminaciones nerviosas más importantes están en la planta de los pies. Tomando estos principios, la onda Barefoot propone liberar tensiones y desbloquear las emociones no reconocidas que nos producen enfermedades, convencidos de que si estamos descalzos es más sencillo restablecer el flujo energético natural de pies y cuerpo.


Los defensores de esta práctica que suma adeptos sugieren que el hábito de protegernos los pies al caminar por superficies duras representa un retroceso evolutivo ya que el objeto zapato, tal como lo empleamos hoy en día, tiene menos de cien años y acarrea muchos trastornos.

 

Pies urbanos descalzos: cómo son 

 

Quienes adhieren a la tendencia barefoot, describen haber obtenido las siguientes características de sus pies tras el uso sostenido de esta práctica:

 

–Más fuertes: tienen movimientos menos acotados y son, por lo tanto, más fuertes. Los pies adquieren mayor flexibilidad y duelen menos después de caminatas.
–Más sanos: hongos y bacterias proliferan mejor en la humedad y oscuridad del zapato. Sin ellos, nuestros pies se oxigenan y son menos proclives al pie de atleta.
–Con mejor energía: muchas medicinas reconocen a los pies como una puerta hacia distintas energías. La reflexología, por ejemplo, asegura que la salud de todos nuestros órganos se refleja y se puede tratar desde las plantas de los pies. Al caminar descalzos, mejoramos la relación energética entre nuestros pies y nuestro entorno, lo que se traduce en mayor vitalidad, energía más sana y salud.


–Mejor presión arterial: estimular las terminaciones nerviosas de nuestros pies disminuye la presión arterial. Si mejora la circulación de nuestros pies, también puede librarnos de várices, inflamación y retención de líquidos.


–Menos estresados: la presión del calzado produce malestar y  caminar descalzo ayuda a reducir los niveles de cortisol y, con ello, el estrés.


–Más perceptivos: caminar descalzos devuelve mucha de nuestra percepción corporal, por el simple hecho de que debemos prestar atención por dónde vamos. Ese acto nos reconecta con nuestro cuerpo, apelando al mismo principio de la meditación de atención plena.

 

 

Beneficios para la salud en general

 

Caminar descalzos aportaría similares bondades que una dieta alcalina: el potencial eléctrico de nuestros pies absorbe electrones de la tierra. Incluso, si caminamos en una playa o en un bosque en las alturas, el ejercicio puede servir como antioxidante y antiinflamatorio. Muchos zapatos, al tener materiales aislantes, nos quitan este beneficio.


Mejora el equilibrio: dado que los zapatos modifican nuestra forma de andar, muchas lesiones comunes del pie y del tobillo desaparecen o se atenúan mediante la práctica del barefoot.

 

Desinflama los riñones, la vejiga y los órganos reproductores

Elimina toxinas que se acumulan en el organismo

Reduce el dolor de cabeza

Evita el estreñimiento y los problemas intestinales

Permite una mayor oxigenación de los vasos y capilares sanguíneos

Facilita la eliminación de las grasas que se acumulan en el cuerpo

Es bueno para trastornos circulatorios como várices

Disminuye el estrés

Reduce los problemas abdominales de origen nervioso, como las úlceras o la acidez

Excelente tratamiento para la depresión y la ansiedad

Permite tener más fuerza y resistencia venosa, ayudando a las piernas a no retener líquidos ni ácido úrico

Estimula órganos que están conectados con las terminaciones nerviosas de las plantas de los pies

Libera las energías acumuladas en diferentes lugares del cuerpo

Diferentes superficies, diferentes beneficios

Caminar descalzo sobre piedras o rocas que estén frías es bueno para los dolores de cabeza y la mala circulación, el dolor de cuello, el catarro y las manos y los pies fríos.

Caminar descalzo por la playa mejora la circulación, fortalece las piernas, previene la piel flácida y la celulitis y fortalece los tobillos.

Caminar descalzo sobre el césped ayuda a absorber los minerales y la energía de la tierra. Pero además (como si esto fuera poco), fomenta la circulación sanguínea en todo el cuerpo, fortalece el sistema nervioso y el corazón.

Caminar descalzo en el cemento o en casa también tiene beneficios, como mejorar el apoyo de todos los dedos, alcanzar más estabilidad y favorecer la circulación.

 

Para quienes no se animen, una buena técnica para estimular los puntos de acupresión en las plantas de los pies puede realizarse en el hogar, para lo cual se puede frotar los pies con una pelota de tenis, un corcho o con una naranja, lo que producirá una instantánea relajación y sensación de bienestar.

 

Usar calzado no es algo natural al ser humano, sino producto de la modernidad, tal como lo destaca un estudio publicado en la página Barefoot Running del especialista Daniel Lieberman, profesor de biología evolutiva de la Universidad de Harvard. El pionero en investigación del barefoot aseguró que caminar descalzo es beneficioso “incluso si usted no es un corredor, ya que puede ayudar a fortalecer los músculos del pie y el tobillo”.

 

 

Fuente: Revista Salud

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